sábado, 20 de febrero de 2016

Noches de Salamanca y un ultimo adiós.

Uno puede saber mucho de una ciudad por como son sus noches. Estas ultimas 8 noches fueron algo vertiginoso, donde me puse como objetivo conocer lo máximo de Salamanca basándome en como es su ambiente nocturno, y lo que descubrí, me dejó realmente sin palabras...





Cuando llegue a Salamanca, no sabía con que me podía encontrar, sinceramente, no tenía idea de que era lo que había allí. Sabía que era un ciudad erigida sobre la base de la educación, que era un lugar donde había mucha gente joven, y que también era un lugar donde todas las formas de pensar tenían su lugar.

Es por eso que me sorprendí realmente al ver lo vívidas que son sus noches y la enorme opción que ella ofrece. Desde lugares en los que puedes compartir una cerveza y charlar tranquilamente con alguien, hasta lugares donde la única regla es bailar como si mañana no fuésemos a estar. La vorágine de las fiestas y bares es realmente absorbente, y me contagió su optimismo de una forma que nunca lo podría imaginar.

Esta ciudad me ha dejado muchísimas historias... Historias que me hicieron reir hasta llorar, otras que me dejaron el corazón estrujado y otras que lamenté que se dieran tan tarde... Pero todo ciclo debe continuar, y es hora de despedirnos de Salamanca, de dejar de lado una ciudad construida en base al conocimiento, y movernos mas allá, movernos hacia una megapolis, pero aunque se que en este viaje conoceré muchas ciudades, y todas me afectarán de distintas maneras...

Me será imposible olvidar lo diferente que parece el mundo al girar si charlas con alguien sentado en un sofá sobre cosas sin importancia. Hasta luego, Salamanca... volveremos a vernos.

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